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Concursante: El Cura II

"Una Foto... Una Historia" Nº 16

Cuando aparece el ripio, me es inevitable detenerme.

Sabía que tendré ripio por delante.

Lo decía el mapa, lo sabía... Pero siempre me sorprende.

Tal vez por venir viajando cada kilómetro como si fuera único, por disfrutar del paisaje, o por no importarme el destino sino el viaje en si mismo.

Te aparece de repente, te adentrás unos metros, y elegís donde parar.  Que la parada sirva también, para tirar alguna foto.

La miro en detalle. Reviso cubiertas, engraso la cadena, no se ven pérdidas, tomo agua, saco un par de fotos y  reajusto el equipaje.

No sabés cuántos kilómetros serán, no sabés el estado del camino… Y bueno, lo que sea…

Suelo quitarme ropa pues mi costumbre endurera, me obligará a ir de pie y sabemos que la exigencia física nos dará mayor calor que viajando sentado.

Ese día sí, tenía un destino. Malargue. Sabía que esa noche un grupo de amigos, harían noche allá.

Un año sin verlos, ameritaba tratar de llegar aunque se complicase.    

El ripio era malo, la temperatura aumentó, el agua se terminó… Pero si la “Amariya” no aflojaba, yo menos.

Se reían cuando me vieron llegar. Tapado en tierra, los labios resecos y partidos,… y clamando por una cerveza.

Abrazos y risas con todos... pero la pregunta inevitable:

¿Hay lugar para hacer asado?

Siii!!!!

Listo… “Felicidad Completa” asegurada.  

¿Dónde dejo las maletas?...